Todos los expertos en marketing coinciden en la importancia que transmite una imagen en la empresa. Como consecuencia, a la hora de crear una empresa del tamaño que sea, la personalidad que se busque es imprescindible para dar forma a todos los elementos que surgirán como consecuencia. Los valores, creencias, productos ofertados o razones por las que se ha configurado marcarán su éxito o fracaso. En este sentido, el logo se convierte en un elemento indispensable.
Tanto las pequeñas y medianas empresas como las grandes necesitan un logo. Esta es la imagen que el consumidor obtendrá a simple vista, le transmitirá los valores de la marca y le señalará los puntos de ubicación. Por ello, elegir un buen logo no es una decisión que deba tomarse precipitadamente.
Cómo debe ser un buen logo
Dado que el logo se va a convertir en la imagen de la empresa y la primera impresión que recibirá el consumidor, debe poseer una serie de características:
Sencillez
El requisito indispensable de la imagen de la empresa es la sencillez. Esta característica tendrá beneficiosas consecuencias. En lo que a tamaño se refiere, podrá ampliarse o adaptarse a distintos formatos (tarjetas de visita, productos patrocinados, carteles en las oficinas…). No debemos olvidar que conseguir difundir la imagen de la empresa es una publicidad útil que toda corporación persigue.
La sencillez hará que la imagen sea fácilmente reconocible por el público. Si pensamos en los logos de las grandes empresas (Apple, Inditex, Amazon…), todas tienen en común un logo sobrio e identificable. Con el tiempo, lo más probable es que sufra alteraciones, pero estas deben ser lo menos notables posibles. Se trata de que la personalidad de la empresa quede fijada y, sobre ella, se construya lo demás.
Originalidad
Aunque en la actualidad existan múltiples empresas con las que vamos a competir, la diferencia es lo que hace a los consumidores cambiar de productos y servicios. Dentro de la empresa, la disparidad se puede encontrar en cualquier componente: servicio ofertado, calidad del producto o la garantía, por ejemplo. En cualquier caso, esta desemejanza debe poder percibirse visualmente.
Por ello, el logo debe diferenciarse de otros de la competencia. Lo último que queremos es que nos equiparen a otras empresas. De igual modo, hay que tener en cuenta la franja de público a la que nos dirigimos. No es lo mismo una empresa que vende juguetes para niños que un emprendedor que quiere ofertarse como copy.
Transmisión de valores
Por último, el logo debe ser una exteriorización de los valores que mueven a la marca. Las empresas dedicadas a productos ecológicos, por ejemplo, poseen logos de color verde que asociamos con la naturaleza. Las empresas cárnicas, por el contrario, optan por el rojo.
Aunque a simple vista pueda no parecerlo, las peculiaridades de un logo tienen efectos en los consumidores. Por ello, muchas empresas optan por la contratación de especialistas para diseñarlos. En otras ocasiones, el logo puede ser diseñado desde casa con los programas informáticos apropiados y teniendo muy claro el fin que se persigue.